Mis primeros meneos: cómo empezó mi camino como pup
- Support Pup Cooper
- 8 abr
- 3 Min. de lectura
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Advertencia de contenido: Esta historia incluye elementos sexuales. Si eso no es lo tuyo, tal vez prefieras saltártela. Algunas partes fueron modificadas para proteger la privacidad de las personas involucradas.
Mis primeras experiencias como pup siguen siendo de las más intensas y memorables de mi vida. Por años, había visto a otros pups jugar en eventos kink, sintiendo mucha curiosidad pero sin saber cómo acercarme. Me llamaba la atención la mezcla entre bondage, ropa deportiva y el juego de roles. Pero no me atrevía a probarlo: pensaba que era una locura, que ya era demasiado grande para eso, y que la gente en la escena leather no tomaba en serio a los pups. Después de mucha observación, búsquedas en Google y vueltas mentales, todo hizo clic cuando conocí a la persona correcta que me ayudó a descubrir mi lado perruno.
Había ido a varios eventos de Mid-Atlantic Leather (MAL) a lo largo de los años y decidí que ese sería el momento de lanzarme. Conecté con pups y handlers por Scruff, ya que en mi ciudad la escena pup era pequeña. MAL parecía un lugar seguro para explorar.
Ahí conocí a quien sería mi primer Alpha y Handler —vamos a llamarlo Cutter. Él venía de ser pup durante mucho tiempo y estaba en transición hacia el rol de handler, con ganas de guiar y entrenar a otros pups. Al principio solo hablábamos por la app. Me ponía tareas: mandarle fotos o videos haciendo cosas de pup. Poco a poco pasamos a mensajes de texto donde me daba instrucciones: jugar a buscar, usar cierto gear, etc. Todo eso me ponía nerviosx, pero también me emocionaba. Me empujaba a una cabeza más sumisa, algo que no había sentido antes. Hasta ese momento, yo solía jugar como dominante o en plan más igual con mis parejas.
Cuando se acercaba MAL, estaba entre emocionadx y nerviosx por conocerlo en persona. Le conté a mis amistades, armé un plan de seguridad, todo en orden. Nos vimos en el lobby del hotel y... fue como si algo dentro de mí se activara. Ahora diría que me estaba “moviendo la cola”, pero en ese entonces no sabía qué era esa sensación.
Después de un par de intentos fallidos de conectar, él tomó un rol más dominante. Me pidió que nos viéramos “en modo pup”, lo cual fue tan excitante como aterrador. No tenía gear propio, lo cual aumentaba mi ansiedad. Además, sabía que no toda la comunidad leather veía bien el pup play. Aun así, Cutter me tranquilizó y me prometió que iba a cuidarme.
Nos encontramos en el lobby. Me puso un collar y una correa, y ese click fue como un relámpago: me sentí perrx. Sentí que pertenecía. Caminamos por ahí, a veces incluso en cuatro patas. Me presentó como su pup. Jugamos con otrxs pups y, por un momento, todo era libertad: no había que hablar como humanx, no había que actuar "normal".
Después de un rato, el staff del hotel nos dijo que estar en cuatro patas en el lobby era “demasiado sexual”, así que Cutter me llevó a su cuarto. Ahí nos esperaba otro pup con más experiencia. Jugamos a buscar objetos, peleamos como perrxs, todo sin hablar, solo con ruidos. Fue intenso, divertido, y muy liberador. Cutter marcaba límites, como no dejarnos venir, y eso también fue parte del juego.
Pasado MAL, viajé a su ciudad a pasar un fin de semana. Me trató como a un pup en público: pedía mi comida, me daba premios, me guiaba. Para el resto del mundo, probablemente solo éramos dos tipos raros. Pero para mí, era clarísimo: yo era su perrx y él era mi handler. Esa dinámica profundizó nuestros lazos y mis sentimientos de sumisión. Exploramos otros fetiches como el watersports, y todo fue consensuado, respetuoso, cuidado.
Esas primeras experiencias me enseñaron sobre confianza, límites y el gozo de descubrir partes nuevas de mi sexualidad. El pup play no es solo hacer de perro, es una forma de relación que puede ser profundamente sexy, libre y sanadora. Me ayudó a crecer, a conocerme más y a encontrar un espacio donde me sentía queridx y valoradx.
Mueve más la cola, gruñe menos.
¡Awwwrrrrooooooo!
– Cooper
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